DEJA, DEJA, DEJA
El pasado sábado, día 3, tuvimos nuestra reunión mensual de Familias Invencibles de la zona centro.
Empezamos a orar y nos sentíamos pobres, llenos de cargas que nos pesan. Pero, poco a poco, el Señor fue abriendo nuestros corazones y nuestros labios e iba surgiendo la alabanza al Padre por medio de su Espíritu.
Es bueno sentirnos así. Dios quiere que nos volvamos a Él, pero vacíos, dejando nuestras pesadas mochilas. Por eso es necesario ser consciente de nuestras cargas.
Si nos sentimos vacíos, ¡bendito sea Dios! Ese vacío es comparable al desierto, no hay nada, no siento nada, pero sé que voy por buen camino.
El Señor se retiró 40 días al desierto y, en este tiempo de Cuaresma, quiere que nos retiremos con Él a ese desierto.
Por eso, el mensaje que resuena durante este tiempo es: DEJA, DEJA, DEJA.
Durante estos 40 días, a través de la oración, el Señor nos va hablando y nos va aclarando lo que quiere que dejemos. Y esa tarde el Señor nos pidió que dejásemos las murmuraciones. Todo tipo de murmuración, las que explicitamos y las que no, las que expresamos con nuestra boca y las que llevamos en nuestro corazón.
Después de la oración, José Luis nos habló sobre la vida de San Francisco de Asís. Fue una enseñanza para todos, padres e hijos.
¿Será casualidad? No, no lo es. Es que Dios sigue insistiendo y nos pone delante la vida de San Francisco. Un joven rico que entiende que la felicidad no consiste en tener poder ni atesorar riquezas, sino que la felicidad viene de Dios mismo. Por eso, San Francisco también DEJA. Deja a su familia, su casa, su dinero y entrega su vida a Dios, se entrega a Él sin nada, sin posesiones, vacío; elije ponerse del lado de los pobres, de los que no tienen nada.
Ayúdanos, Señor, a vaciarnos de todo lo nuestro y acomódate en nuestro corazón. AMÉN.
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