YO HE PEDIDO POR TI, PARA QUE TU FE NO SE
APAGUE (Lc 22: 32)
ENCUENTRO DE
FAMILIAS INVENCIBLES • 5-6 marzo 2022
Es muy difícil trasladar
a un papel la grandeza de Dios, su gratuidad y su entrega sin medida, porque
básicamente esto es lo que hemos vivido en este Encuentro.
Ha habido actividades
para compartir en familia: oración, bailes, juegos, eucaristías, adoración al
Santísimo; y también ha habido actividades en grupos de hijos según edades y de
adultos: enseñanzas, dinámicas y compartir. Todo esto concentrado en un día y
medio, con la presencia fuerte de Dios, ha sido tan grande, que todavía,
después de un mes, estamos digiriendo.
Las laudes que vivimos
las dos mañanas despertaron nuestro corazón y era una gozada poder compartir
padres e hijos las oraciones y los cantos.
También vivimos en
familia un momento muy fuerte de presencia de Dios en la Adoración, en la que
pudimos contemplar cómo Dios iba pasando y manifestando su amor, consolando y
abrazando a cada familia.
Tres han sido las enseñanzas
que los adultos hemos recibido de parte de Dios impartidas por dos sacerdotes y
una familia.
“Yo he pedido por ti” – Nos recordaba esta cita de San Lucas
el Padre Carlos Ruiz, y nos decía algo muy bonito, y es que nuestra debilidad
no es un problema para Dios; sin embargo, para nosotros muchas veces lo es. No
ser lo que queremos ser, que las cosas no salgan como queremos, que nuestros
hijos y familia no sea lo que pensamos que tiene que ser, se convierte en un
obstáculo para avanzar. Pero Dios nos dice: tú eres débil, pero yo he rogado
por ti.
Señor, muéstrame lo que
hay en tu corazón para mí y para mi familia.
Nuestra oración muchas
veces no es así, parte de nosotros mismos, Señor concédeme…, ya sabes lo que
necesito…
El Señor está haciendo
criba para dejarnos solo con lo que nos hace bien, lo bueno, lo verdadero. Nos
está cribando y ese proceso, a veces, es doloroso. Dependemos de cosas que, aun
siendo buenas, se están cayendo para que seamos más dependientes de Dios y
menos de esas cosas. Él quiere que dependamos de Él, eso es una familia
invencible. Nuestra lucha verdadera debe ser contra nuestra soledad, contra el
pensamiento de que todo depende de mí. Este es nuestro enemigo más radical.
Nuestros miedos surgen precisamente cuando contamos con nuestras propias
fuerzas y recursos.
“Que tu fe no se
apague” – Así comenzaba
la segunda enseñanza que nos impartía el Padre Fernando Simón, Jesús ora al
Padre por nuestra fe, para que nuestra fe se avive porque sin ella no podemos
subsistir. La fe nos sostiene.
“Sal de tu tierra” (Gn
12: 1), le dijo Dios a Abrán y él salió y se puso en marcha por fe.
La fe es una respuesta a
una palabra y a una promesa que Dios nos ha hecho. Aquí la clave está en no
mirarse a uno mismo, sino en mirar a aquél que nos ha hecho la promesa. Aquí de
nuevo el mensaje coincide con la primera enseñanza: las cosas no dependen de
mí.
En este “diálogo” con
Dios la palabra que para mí es fe para Dios es fidelidad. En los momentos de
desánimo tenemos que hacer memoria de la promesa de Dios porque Él nunca falla,
porque Él se ha comprometido con nosotros.
La transmisión de la
fe a los hijos – Fue la
última enseñanza que recibimos impartida por Tasio Pérez y su familia. Tuvo un
gran contenido tanto formativo como testimonial, que compartieron los hijos.
Qué bueno que podamos ver en directo cómo se transmite la fe de padres a hijos
y, sobre todo, cómo ellos viven esa fe con absoluta normalidad insertados en
nuestro mundo de hoy. ¡Bendito sea Dios!
Nos hablaron de tres pilares en los que
apoyarnos para transmitir la fe:
1.
La
fe se vive en comunidad, no somos ermitaños.
2. Tener una vida sacramental porque
dependemos de la Gracia.
3.
Practicar
la oración
A modo de esquema, aquí
van unas claves:
-
La
familia vive en relación con la Iglesia de modo que está perfectamente
incorporada a ella.
-
Participar
de la vida comunitaria, no siendo individuos que comparten un mismo techo.
-
No
saturar a los hijos.
- Proponerles
y facilitarles que puedan participar en catequesis, oraciones, campamentos, …
-
Buscar
la relación con ellos y una “amistad”.
-
Vivir
una vida de fe alegre y atractiva.
Seguro que los que no
pudisteis asistir estaréis pensando “me lo perdí”. No, no te has perdido nada
porque Dios siempre está, su amor no se acaba y Él permanece fiel; así que,
apúntate al siguiente Encuentro para que puedas para disfrutar y compartir
estos regalos de Dios.
A Él la gloria por los
siglos de los siglos.