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Adviento

"Dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz."
(Rm 13, 11)

InfoFiat Nº 27

Diciembre de 2010

QUE SE ABRAN NUESTROS OJOS

El Señor nos regaló, un sábado más, poder compartir la tarde con muchas familias.

VEN, SEÑOR, era la aclamación que surgía de nuestros corazones una y otra vez. Ven, Señor, y hazte presente en nuestras vidas de una manera nueva. Porque tu presencia todo lo hace nuevo, porque Tú haces posible lo imposible.

Cuando salían de Jericó, le siguió una gran muchedumbre. En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al enterarse que Jesús pasaba, se pusieron a gritar: «¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!» La gente les increpó para que se callaran, pero ellos gritaron más fuerte: «¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!» Entonces Jesús se detuvo, los llamó y dijo: «¿Qué queréis que os haga?» Dícenle: «¡Señor, que se abran nuestros ojos!» Movido a compasión Jesús tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista; y le siguieron. (Mt 20, 29-34)

Después de escuchar esta Palabra, le pedimos a Jesús que tocara nuestros ojos para que se abran y podamos verle. Reconocemos que no siempre le vemos y que hay rincones en nuestro corazón que necesitan ser iluminados por Él.

SEÑOR, QUIERO VER




Nuestros hermanos Bea e Iñigo nos hablaron sobre la comunicación entre el hombre y la mujer.

Expusieron las diferencias genéricas que existen entre hombre y mujer, que dificultan o hacen más complejo nuestro compartir en el matrimonio. Sobre todo en la comunicación de sentimientos donde parecemos de planetas distintos.

Nos mostraron que si somos conscientes de esas diferentes maneras de expresarnos y nos “entrenamos” en la escucha empática, nos entenderemos mejor y sabremos atender adecuadamente las necesidades mutuas.

Los hombres se quejan frecuentemente de que sus esposas intentan cambiarles. Las mujeres se quejan de que sus esposos no les escuchan o no le dan importancia a sus sentimientos.

Nos dieron una valiosa lista de lo que generalmente necesita el hombre de su esposa y de lo que necesita la mujer de su esposo. También una lista de adjetivos que nos pueden ayudar a expresar nuestros sentimientos, pues, con frecuencia, las únicas palabras que utilizamos son “bien”, “mal” o “regular”.

Finalmente, nos animaron a que semanalmente dedicáramos un espacio y un tiempo para practicar la comunicación entre esposos, pues merece la pena.

También hubo su tiempo para compartir muchos alimentos ricos.

¡GRACIAS, SEÑOR!

YO ELIJO SEGUIRTE

El pasado 13 de noviembre tuve la gran suerte de asegurar mi corazón en el mejor de los bancos y con el mejor aval.

Aquel día había sido esperado durante mucho tiempo pero nunca llegaba, no era el momento. Meses antes el Señor había empezado a hacer una gran obra de restauración en mi corazón y yo era consciente porque empezaba a ser feliz y a sentirme mejor conmigo mismo y con la gente que quería de verdad.

Esta gran obra (que Dios quiera no termine nunca) tuvo un momento de gran importancia cuando Él me dio la oportunidad de decirle que continuara construyendo todo mi ser a su parecer, que aceptaba esa gran obra y que, incluso, yo me pondría a trabajar con Él.

El día de mi confirmación, cuando pronunciaron mi nombre, yo respondí: Aquí estoy.