El pasado 13 de noviembre tuve la gran suerte de asegurar mi corazón en el mejor de los bancos y con el mejor aval.
Aquel día había sido esperado durante mucho tiempo pero nunca llegaba, no era el momento. Meses antes el Señor había empezado a hacer una gran obra de restauración en mi corazón y yo era consciente porque empezaba a ser feliz y a sentirme mejor conmigo mismo y con la gente que quería de verdad.
Esta gran obra (que Dios quiera no termine nunca) tuvo un momento de gran importancia cuando Él me dio la oportunidad de decirle que continuara construyendo todo mi ser a su parecer, que aceptaba esa gran obra y que, incluso, yo me pondría a trabajar con Él.
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