LA PALABRA DE DIOS PERMANECE ETERNAMENTE
Celebramos nuestra segunda reunión de curso en la Parroquia de Santa María de la Merced de Las Rozas. Agradecemos desde aquí a su párroco D. Agustín Devesa y a toda la comunidad parroquial, la posibilidad que nos brindan de poder reunirnos en sus locales y les encomendamos especialmente en nuestras oraciones. ¡GRACIAS!
Durante la oración, el Señor nos regaló esta Palabra:
“Habéis purificado vuestras almas, obedeciendo a la verdad, para amaros los unos a los otros sinceramente como hermanos. Amaos intensamente unos a otros con corazón puro, pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la palabra de Dios viva y permanente. Pues toda carne es como hierba y todo su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor; pero la palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros.
Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno.” (1 Pe 1, 22 - 2, 3)
Es verdad que no es una tarea fácil y, con frecuencia, su omisión es nuestro principal pecado. ¿Cómo conseguirlo, qué armas tenemos los cristianos para lograrlo? El Señor, hoy nos ha dado una pista: su Palabra. Porque su Palabra permanece, ayer, hoy y siempre, es algo con lo que siempre podemos contar.
Qué bueno que Dios nos dice Yo siempre estoy, mi Amor siempre está, mi Palabra permanece, Yo he hecho una Alianza contigo que nunca romperé, cuenta con que siempre seré Misericordioso contigo, Yo soy fiel. Esta es le leche espiritual a la que Dios se refiere que nos permitirá vivir como auténticos hermanos, hijos de un mismo Padre.
Para la enseñanza de adultos, contamos con el Padre José Ignacio de la Parroquia de Nuestra Señora de la Visitación de las Rozas, al que también agradecemos mucho su disposición y su servicio. Nos instruyó sobre la primera catequesis que la Archidiócesis de Milán propone como preparación para el Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en Milán los días 30 de mayo al 3 de junio de 2012.
Como siempre, los cristianos vamos a contracorriente respecto de las propuestas que nos hace el mundo:
- No acoger la vida en su nacimiento; hazte pruebas por si el hijo no está sano y viene mal.
- No acoger la vida en su fase final; lleva a los abuelos a una residencia.
- Renuncia a la maternidad; búscate un buen trabajo y vive la vida.
- No tengas hijos; son una carga y te van a limitar tu libertad.
- Si tienes algún problema en tu matrimonio, ahora te ofrecemos el divorcio exprés, no necesitas excesivos trámites y te liberarás muy pronto de tu cónyuge.
- No acoger al otro; porque puedes representar un problema para mí. Tu pecado, tu debilidad, tus problemas, me incomodan y no me gustan. Tú vive tu vida y yo la mía, que solo tengo una.
También la familia tiene que ser un lugar donde todos crezcan en virtudes. Algunos ejemplos:
- Templanza. Mide las cosas que das a tus hijos para que aprendan a valorarlas. Si siempre tienen de todo, a veces incluso antes de que las pidan, crearemos niños permanentemente insatisfechos.
- Generosidad. Eliminar de nuestro vocabulario la frase de “yo ya he hecho lo que tenía que hacer”.
- Sinceridad. Ayudar a nuestros hijos a que sean sinceros. Si utilizamos frases como “si me entero de que has ido a...”, estaremos incitando al hijo a que nos mienta.
- Procurar que en nuestro hogar haya paz y que se pueda vivir en alegría y con humor.
Nuestra familia debe ser un lugar donde se pueda vivir la vida espiritual. ¿Cómo?
Que los hijos vean orar a sus padres, dedicar un tiempo diario a hacer oración en familia, hacer que los domingos sean un día muy especial. Ir a Misa todos juntos, preparar una comida especial, con aperitivo incluido, chuches a los niños, aprovechar para ir a ver a los abuelos, a alguna familia que hace tiempo que no vemos. Que sea un día familiar donde todos hacemos cosas especiales.
Si nuestro deseo es llegar a ser santos, no hay que pensar en hacer grandes obras o fundar congregaciones. Dios nos llama a la santidad desde nuestra vocación, y la nuestra es LA FAMILIA.
AMÉN