¿Cuántas veces hemos escuchado en los Evangelios las sanaciones que Jesús hacía?
Él siempre explicaba que lo hacía para gloria de su Padre y para que los que presenciaban sus milagros creyeran que Él era el hijo de Dios. Él está por encima de todo y de todos. Su grandeza se nos escapa a nuestro conocimiento.
"Dios le resucitó de entre los muertos y le sentó a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero." (Ef 1, 20-21)
Así de poderoso es nuestro Dios. Hoy, en el siglo XXI, el Señor sigue haciendo milagros, sanando corporalmente y espiritualmente a muchas personas.
Por pura gracia de Dios, a nosotros se nos ha permitido contemplar de cerca la sanación de Sara que ha dejado sus muletas y su silla de ruedas y ya puede caminar.
Damos gloria a Dios por estar tan cerca de nosotros, por poder verle en las personas que tenemos a nuestro alrededor y por su gran misericordia.
¡BENDITO SEA EL SEÑOR!
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