Enero de 2011
RENUNCIARSE PARA SEGUIR A JESÚS
¡Qué bueno juntarnos otra vez!
Fue la primera reunión del año. Ya quedan lejos las fiestas de Navidad y de Año nuevo, pero nos felicitábamos deseándonos un año lleno de felicidad.
Para esta reunión, habíamos previsto dedicar un tiempo a preparar el próximo Encuentro –el que llamamos de invierno- que celebraremos en Madrid el primer fin de semana de marzo.
Comenzamos, como siempre, dando gracias a Dios por todo lo que recibimos de Él y proclamando, desde nuestra pobreza, que Él es el Señor de nuestras familias.
Durante la oración, recordamos que el día 30 se celebra el Día Escolar de la No Violencia y la Paz...
... y rezamos la oración de San Francisco.
Los más pequeños participaban en la oración de los mayores haciendo realidad las palabras de Juan Pablo II: “la familia que reza unida, permanece unida.”
El Señor nos decía a través de su Palabra:
“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.” (Mt 10, 37-39)
Las personas que no creen en Dios, se afanan en buscar la felicidad en las cosas materiales, pero nada les satisface. Todo pasa, son instantes en la vida. Los placeres, el dinero, las posesiones, no hacen feliz al hombre. Sin embargo, el hombre encuentra la felicidad en todo aquello que lo lleva a Dios. El hombre que cree en Dios, pierde su vida por Él, no se agarra al mundo, a las cosas materiales, y es feliz abandonándose a Dios. Por eso, vive los momentos de contrariedad, de sequedad, como una oportunidad para crecer que lo acerca más a Cristo.
AMÉN
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