Vigilia de Pentecostés
El sábado por la tarde tuvimos nuestro Encuentro de Familias Invencibles, justo el mismo día en el que, unas horas más tarde, íbamos a celebrar la Vigilia de Pentecostés. Familias que venían por primera vez, invitadas por otras familias, quisieron compartir con nosotros esa tarde que era la más especial de todas.
Ya lo presentíamos, el Espíritu Santo se movía por toda la sala llenando los corazones de los niños y de los padres, produciendo una alegría particular que nos hacía gozar, alabar, cantar, bailar y saltar. Todo esto solo es posible gracias al Espíritu Santo.
La Comunidad Caná, que celebraba su Encuentro mensual ese fin de semana en Madrid, compartió también con nosotros.
Toda la Comunidad intervino en una pequeña enseñanza basada en pequeños textos del Libro de los Hechos de los Apóstoles.
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Pentecostés familiar (Hch
18: 7-8).
Elena, una hermana de la Comunidad, nos
compartió su testimonio de vida en el que pudimos ver cómo a través de una
grave enfermedad de Anxo, el padre de familia, el Espíritu Santo se hizo muy
presente y pudieron vivir esos momentos tan duros con paz y entrega a Dios.
Anxo entregó conscientemente su vida a Dios, y Dios la tomó para sí. La familia
pudo, en medio del dolor, aceptar la voluntad de Dios, confiados en que Él
nunca los dejaría solos. Poder vivir esto en paz es un fruto del Espíritu
Santo.
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Pentecostés de Cornelio y su
familia
El capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles
nos narra la visión que tuvo Cornelio. Nos compartía Álex que a veces, cuando
llevamos mucho tiempo pidiendo a Dios algo y no nos lo concede, tenemos la
tentación de dejar de pedir. Nos contaba que una petición muy recurrente de los
padres es pedir por la conversión de nuestros hijos. Leyendo esta Palabra, Dios
nos alienta a perseverar en la oración, orando a tiempo y destiempo. Igual que
ocurrió en este pasaje de Cornelio, el Espíritu Santo vendrá sobre todos, incluso
sobre aquellos que están más alejados de Dios.
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Pentecostés de los
discípulos de Éfeso (Hch 19: 1-7)
Qué vería San Pablo en aquellos discípulos, o
mejor dicho, qué no vería en ellos para preguntarles si habían recibido el
Espíritu Santo. Es que cuando uno ha recibido el Espíritu Santo, se le nota.
Nos contaban Rosa y Jose, por experiencia
propia, que el Espíritu Santo es el que hace posible las cosas que
aparentemente son imposibles. Pensando en los matrimonios y en las familias,
todos pasamos por dificultades. Existen cosas en los matrimonios que hay que
mejorar, igual que entre los hermanos, igual que en las relaciones
padres-hijos. Cuando miramos a esos problemas, se nos presentan como muros
insalvables. El Espíritu Santo hace caer esos muros y hace posible una mirada
nueva de unos a otros.
Si Pablo viniera hoy a nuestra casa, ¿nos
preguntaría si hemos recibido el Espíritu Santo?
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Pentecostés del carcelero de
Filipos y su familia. (Hch 16: 25-27)
Nos compartían Montse y Javier sobre este
pasaje y meditaban sobre esta pregunta: “¿qué tengo que hacer para
salvarme?”
La acción poderosa del Espíritu Santo abre
los ojos y despierta a la persona a una vida nueva. La respuesta de Pablo y
Silas ante la pregunta del carcelero fue muy rotunda: “Cree en el Señor
Jesús y te salvarás tú y tu familia”.
Continúan los versículos de este capítulo
contándonos que Pablo y Silas explicaron la Palabra de Dios al carcelero y a
toda su familia. Luego, todos se bautizaron.
Después
celebramos la Vigilia de Pentecostés en la que hubo un momento para la efusión
del Espíritu Santo. Pequeños grupos de intercesores fueron orando por todas las
familias y se notaba que el Espíritu Santo iba llenando cada corazón.
Concluimos
la tarde compartiendo refrescos y un rico picoteo.
¡¡Gracias, muchas gracias Espíritu Santo!!