“Pero tú, Dios nuestro, eres bueno y fiel
eres paciente y todo lo gobiernas
eres paciente y todo lo gobiernas
con misericordia.” (Sb 15, 1)
El domingo, la Iglesia celebraba la fiesta de Cristo Rey. Nuestros peques nos lo recordaban y nos invitaban a acoger a Cristo como Rey del mundo y Rey de nuestros corazones.
Todas las familias que allí estábamos, proclamamos que sólo hay un Señor que es Jesús y que es Señor de nuestras vidas.
Pasa por aquí Señor y llénanos de ti.
Invitamos a Pepe y Angelita a que nos hablaran sobre la fidelidad. Sobre la fidelidad en el matrimonio después de más de 50 años y sobre la fidelidad a Dios.
Nos contaban que el día que se casaron su amor se fundió con el amor de Dios. Que el Señor siempre les ha recordado en sus momentos difíciles las promesas y las gracias que han recibido de Él. Gracias y dones que no sólo permanecen, sino que crecen.
Nos contaban que el día que se casaron su amor se fundió con el amor de Dios. Que el Señor siempre les ha recordado en sus momentos difíciles las promesas y las gracias que han recibido de Él. Gracias y dones que no sólo permanecen, sino que crecen.
Nos decían que hay que estar vigilantes cada día observando el matrimonio.
Dios quiere que amemos a nuestro cónyuge, a los hijos, a los nietos, pero Él quiere ser el primero. Sobretodo, al principio del matrimonio, corremos el riesgo de poner a nuestra esposa o a nuestro esposo delante de Dios.
Es urgente beber de la fidelidad de Dios. Sin ella, no existe el amor verdadero. Toda la manifestación de Dios con su pueblo es manifestada por la fidelidad de Dios.
No sólo hay que proclamar la fidelidad de Dios, sino pedirla para nosotros. En la medida de que somos fieles en lo pequeño, seremos fieles en las cosas grandes.
María, la fiel a Dios, nos puede ayudar mucho.
Nos recomendaban, para terminar, que nos “empapáramos” de las cartas de San Pablo a los Efesios y a los Colosenses, pues en ellas Dios nos habla muy directamente al corazón y nos instruye.
LO QUE HICIERON NUESTROS HIJOS PREADOLESCENTES
Recordamos que Dios quiere que ayudemos a la Iglesia, fijándonos en el pasaje de la pesca milagrosa en el que los pescadores tuvieron que llamar a otra barca para pescar los peces y que no se rompieran las redes.
Descubrimos que formamos una pequeña parte dentro de la Iglesia, viendo además otros grupos de la Iglesia. También vimos que la Iglesia es más grande en el mundo y que hay que contar además con la Iglesia del Cielo y la que se purifica para entrar en Él, en el purgatorio. Recordamos en ese sentido lo que tratamos en la catequesis anterior sobre la comunión de los santos.
Mediante la escenificación del cuento de una aldea en la que nadie cooperaba, nos dimos cuenta de lo importante que es la cooperación.
Elaboramos un puzzle multicolor y vimos, a través de la lectura de 1ª Corintios 12 que cada uno forma parte del cuerpo de Cristo y que en él todos somos necesarios e importantes, aunque distintos, y que todo lo que le pase a uno nos afecta a todos, para bien o para mal. Pusimos un ejemplo de nuestro grupo Fiat.
Es urgente beber de la fidelidad de Dios. Sin ella, no existe el amor verdadero. Toda la manifestación de Dios con su pueblo es manifestada por la fidelidad de Dios.
No sólo hay que proclamar la fidelidad de Dios, sino pedirla para nosotros. En la medida de que somos fieles en lo pequeño, seremos fieles en las cosas grandes.
María, la fiel a Dios, nos puede ayudar mucho.
Nos recomendaban, para terminar, que nos “empapáramos” de las cartas de San Pablo a los Efesios y a los Colosenses, pues en ellas Dios nos habla muy directamente al corazón y nos instruye.
LO QUE HICIERON NUESTROS HIJOS PREADOLESCENTES
Recordamos que Dios quiere que ayudemos a la Iglesia, fijándonos en el pasaje de la pesca milagrosa en el que los pescadores tuvieron que llamar a otra barca para pescar los peces y que no se rompieran las redes.
Descubrimos que formamos una pequeña parte dentro de la Iglesia, viendo además otros grupos de la Iglesia. También vimos que la Iglesia es más grande en el mundo y que hay que contar además con la Iglesia del Cielo y la que se purifica para entrar en Él, en el purgatorio. Recordamos en ese sentido lo que tratamos en la catequesis anterior sobre la comunión de los santos.
Mediante la escenificación del cuento de una aldea en la que nadie cooperaba, nos dimos cuenta de lo importante que es la cooperación.
Elaboramos un puzzle multicolor y vimos, a través de la lectura de 1ª Corintios 12 que cada uno forma parte del cuerpo de Cristo y que en él todos somos necesarios e importantes, aunque distintos, y que todo lo que le pase a uno nos afecta a todos, para bien o para mal. Pusimos un ejemplo de nuestro grupo Fiat.
Por último empezamos a dibujar cómo eran los primeros discípulos de Jesús y nos llevamos como tarea realizar una encuesta sobre el sentido de la vida.
Finalizamos la reunión compartiendo una pequeña cena y dando muchas gracias a Dios por las muchas bendiciones que recibimos de Él en Fiat.





Incluso barrimos el campo
En el momento de la oración, el Señor nos dijo:

Esta preciosa palabra nos regaló el Señor durante la oración. Él es fiel y siempre cumple sus promesas. Por eso, en este tiempo litúrgico que estamos viviendo, sentimos de una manera especial en nuestro corazón la misericordia que Dios ha tenido y tiene con cada uno de nosotros. Nos sentimos salvados; no en vano Jesús padeció y entregó su vida por nosotros rescatándonos de la esclavitud y haciéndonos personas nuevas y libres.
La familia cristiana tiene que ser luz para el mundo; “pues todos vosotros sois hijos de la luz” (1ªTs 5). Analizamos los puntos fuertes y débiles, las amenazas y las oportunidades que tienen las familias de hoy, nuestras familias. Frente a todo lo que intenta desestabilizar a las familias sabemos que contamos con aquél que todo lo puede. Si Cristo está con nosotros nuestra familia es una familia invencible.
La familia es el monte elevado desde donde se proclama el Evangelio. En ese monte está el mismo Dios (Is 2). Cuando nuestra familia tiene a Dios, descubrimos en la cotidianidad de nuestras vidas su presencia y su acción que nos conduce hacia un horizonte de paz y de luz. Hoy el Señor nos pide que seamos esa esperanza para tantas familias desestructuradas, que no tienen un horizonte claro.
Una familia evangelizada es una familia evangelizadora. Se nos recordaba la parábola del sembrador. Nosotros también somos sembradores y sembramos lo que tenemos, lo que llevamos dentro. Por eso es muy importante sembrar primero en nuestra propia familia que es nuestro primer campo de trabajo. Después nos podremos ocupar de “otros campos”.


